Ese día llovía.
Llovía hasta convertirse las calles en algo así como una sensación de cuando tienes un día en el que todo te sale mal. Pues así corría el agua. Y nosotros que corríamos en dirección contraria. Siempre a contracorriente, intentando hacernos fuertes de algo que acababa con nuestras fuerzas, y con nosotros mismos.
Recuerdo que llevabas el pelo mojado, y que te quedaba igual de bien que cuando salías de la ducha. Que llevabas la ropa calada, y recuerdo que esa camiseta te quedaba mejor cuando la tirabas al suelo. También recuerdo que yo llevaba calados hasta los huesos, con el miedo y el frío de una noche de tormenta no tan grande como aquella.
Recuerdo el calor de tus manos, siempre atentas a los peligros externos, otra vez salvando vidas. Recuerdo también la inclinación a la que caían las gotas sobre tu espalda haciendo precipicios de vértigo, como si no tenía suficiente con mirarte a los ojos.
Llovía hasta convertirse las calles en algo así como una sensación de cuando tienes un día en el que todo te sale mal. Pues así corría el agua. Y nosotros que corríamos en dirección contraria. Siempre a contracorriente, intentando hacernos fuertes de algo que acababa con nuestras fuerzas, y con nosotros mismos.
Recuerdo que llevabas el pelo mojado, y que te quedaba igual de bien que cuando salías de la ducha. Que llevabas la ropa calada, y recuerdo que esa camiseta te quedaba mejor cuando la tirabas al suelo. También recuerdo que yo llevaba calados hasta los huesos, con el miedo y el frío de una noche de tormenta no tan grande como aquella.
Recuerdo el calor de tus manos, siempre atentas a los peligros externos, otra vez salvando vidas. Recuerdo también la inclinación a la que caían las gotas sobre tu espalda haciendo precipicios de vértigo, como si no tenía suficiente con mirarte a los ojos.
Tu respuesta a mis porqués nunca me pareció buena excusa para dejar de verte
porque solo me decías que no había razones, simplemente que se había acabado.
Entonces, cuando te veía irte, con las manos en los bolsillos, como el que acaba de resolver un problema, comprendí que el amor es así. Y que también era bonito de alguna forma verte partir, porque de algún modo yo iba a seguir sintiendo exactamente lo mismo. Porque estés o no estés voy a seguir queriendo verte por aquí, que sigas siendo mi rompecabezas y que te resuelvas por ti mismo y que me resuelvas a mí. Que voy a seguir queriendo reírme haciéndote cosquillas, o que me abraces y no digas nada cuando sepas que no tienes que hacerlo. Voy a seguir queriendo que me mires cuando yo baje la mirada.
Entonces, fue, que te vi irte, comprendiendo que el amor no era esperarte ni haberte querido. Para mí el amor era esa mierda de quererte. El amor era verte ir, sin poder hacer nada para que te des la vuelta, me mires, y saber que estos dos segundos en los que solo has cruzado la calle han sido los peores de mi vida. El amor es no poder gritarte porque la lluvia sonaba mucho más.
El amor es calarte, helarte, recorrerte, ganarte, perderte, perderme, follarte, soñarte, gritarte, sonreírte, escucharte, suicidarme.
El amor es tu canción favorita sonando en bucle.
El amor es tú yéndote mientras no parábamos de mojarnos.
El amor es que tú vuelvas para preguntarme que por qué odio la lluvia.