Que acabases siendo mi talón de aquiles, mi punto débil, la sonrisa que me crea dependencia, o la cintura que encaja en mis manos. De cerrar la puerta de mi corazón con llave y pestillo, y dejar que la guardes tú. De volar sin alas en tu cama, o de estrellarnos juntos. De dejarme disparar si eres tú quien me apunta al pecho, y de que sean mil los clavos que me dejes clavados.
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