sábado, 1 de noviembre de 2014

En el fondo sé que lo habría hecho mejor. No digo diferente, digo de la misma manera, pero mucho mejor. Porque hay masajes buenos y masajes que se ríen de la mayoría de los orgasmos. Pues eso, victorias mejores que orgasmos. Colores de pintalabios que pegan con el color de mis paredes.
Si me atreviese a preguntar, tendría respuestas para todo. Y no tendrías que haber cambiado para ser lo que algún día llegaste a odiar. Nunca he evitado los cambios, pero que no sé, que me gustan más las sudaderas con letras en el pecho que las camisetas con números a la espalda. A lo mejor es porque todavía recuerdo los abrazos hasta que dejabas de llorar, o hasta que empezabas a hacerlo.
No lo dije en su día, y si lo escribo ahora es para que no se entienda, usé las pilas de mi reloj favorito para ponérselas al mando de una televisión que solo echa las peores películas del mundo. Quiero decir, podrían ser buenas películas, pero al lado de la compañía equivocada. Claro que desde entonces nunca he querido ver ninguna serie con nadie. Prefiero no hacer planes a dejar series a medias.
Pero vamos, que yo he aprendido a dormir sin que me duela nada y  tú has aprendido a no llorar a pesar de que te duele todo. Creo que es malo porque parece demasiado bueno. Es tan difícil odiar algo que no sabemos que nos está matando… A lo mejor es eso, a lo mejor es que nos gusta seguir muriendo. A lo mejor es que ya estamos muertos.
O quizás, lo que pasa es que tú crees que estás bien y yo sé que podríamos estar mejor.  No me jode lo que no ha sido, me jode lo que dejo de ser.

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