miércoles, 24 de septiembre de 2014

UN INVIERNO SIN SOL

Yo amé, con perdón.

Amé por encima de todas las cosas, que es,
permítanme que les diga,
de la única forma en que se puede amar.

Yo viví
en un cálido regazo del amor,
protegido bajo su techo,
comiendo de su misma mano,
aprendiendo el fuego hasta verlo arder,
hasta quemarnos.
Compartí su sudor
y ascendí en su alegría de peldaño en peldaño.
Es decir: de dos en dos.

¿Sabéis qué?
Yo tampoco creía en la magia hasta que la vi.
A ella.
Irradiándola, desprendiéndola,
descontrolando el tiempo
y cargándose con un gesto cualquier rutina impuesta,
criando una primavera en cada estación.

Solo querría decirles eso.
Decirles: yo tuve un reino y lo llamé hogar.
Y fue tan inmenso como el más pequeño de los detalles.
Una puta barbaridad.
Así debía de ser mi cuento.

Sin embargo, escribo desde el dolor aquel
en que solíamos gritar que todo acaba mal
porque si no, no acabaría.

Así fue
que todo se llenó de distancia
y de sangre,
todo se ensució de grietas y pudriéndo-
se pasó como una enfermedad
por delante nuestro,
un olvido por encima de nosotros
paseándose
jodiéndonos,
diciéndonos adiós,
a dios reclamadle.

Estas son mis ruinas y esta es mi voz.
Un paseo con vistas a los escombros.
Si veis al amor por ahí, solo decidle que lo siento.
Que el frío se ha hecho ciudad
y yo, solo, he aprendido a quemarme.
Que la poesía pague los destrozos
y su recuerdo sea mi única migaja de calor.
Esta es la historia de un derrumbamiento.
El infierno hecho paisaje.
Mi baile nupcial sobre el lodo.

Un invierno sin sol. 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Tú te has quedado dormido y yo ya estoy otra vez haciendo balances, y al final solo consigo marearme de tanto balanceo entre semana y entre tus caderas, que tú y yo sabemos de sobra que algunas cosas saben mejor a oscuras o al contraluz de las farolas de las afueras. Porque supongo que dentro de una caja de cristales que se empañan por culpa de dos respiraciones nos sentimos mejor si el miércoles ha sido más gris que de costumbre. Que ambos sabemos que algunas sonrisas nacen solo entre beso y beso, y que algunos besos, y aquí no puede caber más verdad, los causan solo ciertas sonrisas. Me gusta pensar que a este ritmo nos querremos pronto, pero me acojona la idea de que se nos vaya todo de las manos como la mayoría de las cosas que resbalan. Y había estado todo el día lloviendo.

Quedarse afónico siempre fue algo bueno. Porque nunca hay fiesta de más, ni orgasmos en voz baja, ni un te quiero susurrado es lo mismo que a gritos.Igual que es mejor tomarte la copa con dos hielos, y beberte su boca con infinitas ganas.Y no me importa pactar mi voz por fiesta, amigos, te quiero's a gritos y orgasmos que rasguen la garganta.